Un día desayunando, un amigo me preguntó si había ido alguna vez al Campus London de Google, y yo le dije que no, que no sabía ni qué era. Él comentó un poco en qué consistía, dónde se encontraba… Pero por las prisas de unos y otros, ahí se quedó la conversación.
Cuando encontré un rato después de cenar, cogí el ordenador y busqué en el propio gigante de los buscadores “Campus London”. Hice clic en el primer enlace que me llevaba directamente a la página web, y debo admitir que fue todo un descubrimiento.
Google Campus (como también se le conoce) tiene como misión la creación de un entorno que fomente la innovación a través de la colaboración, las tutorías ofrecidas por mentores y la creación de una red de contactos gracias a los numerosos networkings que organizan.
El edificio, situado en los números 4-5 de Bonhill St, a unos 10 minutos del metro de Old Street en plena Silicon Roundabout, rebosa espíritu emprendedor, ya sea en las plantas en las que se encuentran los residentes, como en la cafetería, una especie de cibercafé en la que podrás estar sin ningún coste.
Decidí ir la primera ver un viernes en el que había una serie de charlas que se prolongaban a lo largo de todo el día, cuyo tema central era cómo pasar de tener una simple idea, a materializarla y lograr el éxito (From Idea To Success – The Secrets Of Business Planning). Esta jornada se centraba dentro del programa Campus EDU, dedicado a tratar diversos temas tales como diseño, business skills, marketing, derecho, tecnología, finanzas… En definitiva, todo aquello que pueda ser del interés de aquellas personas que quieran comenzar a poner en práctica la idea que tienen en su cabeza.
Nada más llegar a la sesión me llamó la atención un par de hojas que estaban encima de las sillas. Tras decidir en qué silla iba a sentarme (que no estuviera muy lejos del lugar en el que hablarían los ponentes, y algo importante también, que no tuviera sentada en el asiento de delante a una persona muy alta), hojeé los papeles sin entender muy bien qué hacer con ellos ni cuál iba a ser su utilidad. Todo esto quedó resuelto cuando el chico que presentaba a los speakers nos dio la bienvenida y nos explicó de qué iban esas hojas en las que había nueve recuadros con preguntas tales como: ¿Has estado alguna vez en Japón? ¿Es la primera vez que estás en el Google Campus? ¿Te gusta el café? Aunque no veas que no tienen ningún sentido, ni relación, esas preguntas, el motivo de las mismas era “romper el hielo”. Así, tal cual. Empezar a hablar con la persona que tienes al lado, con el de atrás, el de tres filas por delante… Y así. Reconozco que fue una idea muy muy divertida y con premio además (el que consiguiera tener todas las casillas con respuestas, ganaría una camiseta).
No me centraré en el tema de la charla en sí ni en los speakers, que debo decir que fueron muy buenos y muy interesantes, sino que resaltaré lo que vino después: el networking. Fue una experiencia genial, en la que tuve la oportunidad de conocer a gente llena de ideas e ilusiones, que saben lo qué quieren y cómo conseguirlo.
Es curioso como en este país, y concretamente en Londres, todo lo que tenga que ver con el emprendimiento es acogido con los brazos abiertos. Nunca oirás un “mejor no lo intentes porque es complicado…” o un “¿crees que merecerá la pena?” ¡Pues claro que sí! Y si fallo y fracaso, mala suerte, me levantaré y volveré a intentarlo.
La mentalidad de todas las personas que forman esta comunidad, no solo ya en el propio Campus London, sino en toda la zona de Shoreditch, es impresionante. Un no parar hasta conseguir lo que se quiere, un no desmotivarse nunca ni dejar de intentarlo.
Desde mi punto de vista, esto es algo que en España debería cambiar. Muchos españoles vienen a la ciudad del Támesis a poner en práctica sus ideas porque en España se les cierran muchas puertas, y es una pena ver como gente con tantísimo talento y ganas, no encuentra el apoyo que necesita en su país.
Es verdad que los ingleses tendrán muchas cosas que no nos gusten, pero el hecho de que no tengan miedo a innovar, proponer, intentar y puede que fallar, es algo que todos deberíamos tener en cuenta y promover.
Para terminar, me ha venido a la cabeza el último anuncio de Nike. No os fijéis solo en las camisetas, en las botas o en los regates y jugadas de los futbolistas que salen, quedaros con el mensaje “Risk Everything”, echa un órdago porque si no arriesgas, no ganas