El otro día iba de camino al trabajo y como prácticamente todos los días de lunes a viernes, cogí el periódico gratuito que dan a la entrada de la estación (porque sí, aunque resulte difícil de creer, en Londres todavía hay cosas gratis).
Apiñada con la sensación de haber entrado en una lata de sardinas, empecé a leer el periódico y de entre todas las noticias, una llamó mi atención; os la resumo en unas líneas.