Vas en el metro y, de repente, ahí está. Te está mirando y lo sabes, ha sido un flechazo. Amor a primera vista.
El bolso perfecto. Pero no lo llevas tú. Lo lleva la chica de los botines a juego (también son preciosos, sí). Sabes que tienes que conseguir el bolso, y para ello tienes varias opciones.