El otro día iba de camino al trabajo y como prácticamente todos los días de lunes a viernes, cogí el periódico gratuito que dan a la entrada de la estación (porque sí, aunque resulte difícil de creer, en Londres todavía hay cosas gratis).
Apiñada con la sensación de haber entrado en una lata de sardinas, empecé a leer el periódico y de entre todas las noticias, una llamó mi atención; os la resumo en unas líneas.
Resulta que una chica decide irse de vacaciones durante cinco semanas al sudeste asiático, esta zona tan común últimamente. Prepara todo su equipaje y hasta sus padres van a despedirla al aeropuerto. La chica, de nombre Zilla, como haríamos todos, comparte las fotos de su viaje en sus redes sociales como Instagram o Facebook. Y realiza llamadas por Skype con sus amigos y familiares contándoles las excursiones que ha hecho a lo largo del día, qué ha visto, etc. Hasta ahí todo normal, o eso parece.
La sorpresa llega cuando la chica les confiesa a sus amigos y familiares que todo ha sido un montaje, que esas tres semanas que “supuestamente” ha estado de viaje, realmente las ha pasado entre las paredes de su casa. Y que todas las fotografías que han visto, están manipuladas. ¡Toma ya!
Podrías pensar que vaya chica, que tiene que inventarse unas vacaciones porque no puede disfrutarlas, y que claro, como se va a quedar en su casa de brazos cruzados mientras todos sus amigos suben fotos de #piestureo en Instagram.
Pero no es así.
Zilla llevó a cabo todo este esfuerzo para un trabajo de universidad porque quería demostrar cómo se puede distorsionar la realidad, simplemente con un par de fotos, una herramienta y el manejo de la misma.
Y es que todos sabemos que las fotos de las/os modelos de anuncio están manipuladas, somos realistas con eso y lo asumimos. ¿Pero y las fotos que suben nuestros conocidos a sus cuentas de Instagram o Facebook?
No entiendo por qué últimamente está tan de moda eso de “parecer más que tú” y digo parecer bien, que no es ser. Porque la apariencia prima en este mundo, ya sea el real o el 2.0. Muchas veces nos olvidamos de disfrutar las cosas, simplemente por buscar ese ángulo bueno para tomar una fotografía que podamos subir a Instagram.
Creo que nos centramos mucho, como he dicho, en el hecho de aparentar, más que en el de ser de una manera o disfrutar de las cosas. Este artículo sobre Zilla, que “se inventa” unas vacaciones, me ha hecho pensar sobre ello.
Y es que aunque sé que lo mencioné en un post anterior sobre la apariencia en las redes sociales, @ClaraAvilaC lo dejó muy claro en su blog:
“Hay que dejar de parecer, y empezar a ser”
Y tú, ¿vives la vida real o la social?